HOMILÍA DE PASCUA 2014
PARA FRANCISCO
VATICANO, 19 (ACI).- El Papa
Francisco presidió hoy la celebración de la Vigilia Pascual en la Basílica de
San Pedro, en la que reflexionó sobre el mandato del Señor de que los
discípulos vayan a Galilea, la cual, dijo el Santo Padre, es “el lugar de la
primera llamada, donde todo empezó”.
“Hoy, en esta noche, cada uno de nosotros puede preguntarse:
¿Cuál es mi Galilea? ¿Dónde está mi Galilea? ¿La recuerdo? ¿La he olvidado? He
andado por caminos y senderos que me la han hecho olvidar. Señor, ayúdame: dime
cuál es mi Galilea; sabes, yo quiero volver allí para encontrarte y dejarme
abrazar por tu misericordia”, dijo el Papa.
Texto completo de la homilía del Papa
Francisco en la Vigilia Pascual:
El Evangelio de la resurrección de Jesucristo comienza
con el ir de las mujeres hacia el sepulcro, temprano en la mañana del día
después del sábado. Se dirigen a la tumba, para honrar el cuerpo del Señor,
pero la encuentran abierta y vacía. Un ángel poderoso les dice: «Vosotras no
temáis» (Mt 28,5), y les manda llevar la noticia a los discípulos: «Ha
resucitado de entre los muertos y va por delante de vosotros a Galilea» (v. 7).
Las mujeres se marcharon a toda prisa y, durante el camino, Jesús les salió al
encuentro y les dijo: «No temáis: id a comunicar a mis hermanos que vayan a
Galilea; allí me verán» (v. 10).
Después de la muerte del Maestro, los discípulos se
habían dispersado; su fe se deshizo, todo parecía que había terminado,
derrumbadas las certezas, muertas las esperanzas. Pero entonces, aquel anuncio
de las mujeres, aunque increíble, se presentó como un rayo de luz en la
oscuridad. La noticia se difundió: Jesús ha resucitado, como había dicho… Y
también el mandato de ir a Galilea; las mujeres lo habían oído por dos veces,
primero del ángel, después de Jesús mismo: «Que vayan a Galilea; allí me
verán».
Galilea es el lugar de la primera
llamada, donde todo empezó. Volver allí, volver al lugar de la primera llamada.
Jesús pasó por la orilla del lago, mientras los pescadores estaban arreglando
las redes. Los llamó, y ellos lo dejaron todo y lo siguieron (cf. Mt 4,18-22).
Volver
a Galilea quiere decir
releer todo a partir de la cruz y de la victoria. Releer todo: la predicación,
los milagros, la nueva comunidad, los entusiasmos y las defecciones, hasta la
traición; releer todo a partir del final, que es un nuevo comienzo, de este
acto supremo de amor.
También para cada uno de nosotros hay una «Galilea» en
el comienzo del camino con Jesús. «Ir a Galilea» tiene un significado bonito,
significa para nosotros redescubrir nuestro bautismo como fuente viva, sacar
energías nuevas de la raíz de nuestra fe y de nuestra experiencia cristiana.
Volver a Galilea significa sobre todo volver allí, a ese punto incandescente en
que la gracia de Dios me tocó al comienzo del camino.
Con esta chispa puedo encender el fuego para el hoy,
para cada día, y llevar calor y luz a mis hermanos y hermanas. Con esta chispa
se enciende una alegría humilde, una alegría que no ofende el dolor y la
desesperación, una alegría buena y serena.
En la vida del cristiano, después del bautismo, hay
también una «Galilea» más existencial: la experiencia del encuentro personal
con Jesucristo, que me ha llamado a seguirlo y participar en su misión. En este
sentido, volver a Galilea significa custodiar en el corazón la memoria viva de
esta llamada, cuando Jesús pasó por mi camino, me miró con misericordia, me
pidió de seguirlo; recuperar la memoria de aquel momento en el que sus ojos se
cruzaron con los míos, el momento en que me hizo sentir que me amaba.
Hoy, en esta noche, cada uno de nosotros puede
preguntarse: ¿Cuál es mi Galilea? ¿Dónde está mi Galilea? ¿La recuerdo? ¿La he
olvidado? He andado por caminos y senderos que me la han hecho olvidar. Señor,
ayúdame: dime cuál es mi Galilea; sabes, yo quiero volver allí para encontrarte
y dejarme abrazar por tu misericordia.
El evangelio de Pascua es claro: es necesario volver allí, para ver a Jesús
resucitado, y convertirse en testigos de su resurrección. No es un
volver atrás, no es una nostalgia. Es volver al primer amor, para recibir el fuego
que Jesús ha encendido en el mundo, y llevarlo a todos, a todos los extremos de
la tierra.
«Galilea de los gentiles» (Mt 4,15; Is 8,23): horizonte
del Resucitado, horizonte de la Iglesia; deseo intenso de encuentro… ¡Pongámonos en
camino!
No hay comentarios:
Publicar un comentario